domingo, 19 de diciembre de 2010

Raul se apoyaba en que con la democracia,se come,se cura,se....este jode con el miedo que diferencia entre uno y otro no,segundas partes nunca fueron buenas

Miedo

 "Si somos capaces de vencer el miedo de la gente al futuro y actuamos sin mezquindades, el próximo gobierno es nuestro, muchachos."(Del precandidato radical Ricardo Alfonsín.)

 


La frase con la que Alfonsín trató de despertar el entusiasmo de los jóvenes radicales, que reproducimos arriba, está construida sobre la base de dos grandes hipótesis. Ellas son las siguientes:
1) La gente le tiene miedo al futuro.
2) En el futuro el gobierno estará, más que probablemente, en manos de la UCR.
La conclusión es tan sencilla que hasta un niño podría extraerla: la gente le tiene miedo a un futuro gobierno de la UCR.
Eso, dice Alfonsín, no debe desalentar a los militantes. "No bajemos los brazos, muchachos", parece decir el conductor a sus incondicionales seguidores. Los llama coloquialmente así, "muchachos" para demostrar que jefe y tropa comparten una misma onda y un mismo lenguaje: actual, desenfadado, juvenil, fresco y pletórico de insólitos significantes.
Pero el precandidato no se queda en la arenga. Sobre el pucho, les da a sus partidarios la clave de lo que tienen que hacer para derribar el único obstáculo que les dificulta el triunfo. Para que la gente no tenga miedo a un futuro gobierno radical hay que "vencer el miedo de la gente". ¿Cómo? ¡Ah, bueno, no se puede quedar uno sentado esperando que todas las respuestas vengan del cielo! ¡La política no es para comodones que quieren que les dicten al oído, paso a paso, las instrucciones para ganar sin esfuerzo ninguno la carrera!
La generosidad del jefe lo impulsa a aportar una pista: para vencer el miedo de la gente al futuro hay que actuar sin mezquindades. Uno no debe actuar pensando en uno mismo. Tiene que renunciar a sus ambiciones personales. Si se da cuenta de que hay otro postulante con mejores posibilidades debe estar siempre listo para dar un paso al costado. Sin mezquindad no hay miedo, y se despeja el camino que conduce al sillón de Rivadavia. ¿Habrán oído esto los señores Ernesto Sanz y Julio Cobos?, se preguntan, no sin restos de insidia, los enfervorizados alfonsinistas, ya lanzados de lleno a la campaña.

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