jueves, 25 de agosto de 2011

cristina gana en todos lados

La reconciliación de Las Parejas

Polo de la agroindustria, la ciudad sufrió la crisis de las retenciones y tomó partido por el campo; ahora, el 40% votó al kirchnerismo
Por Paz Rodriguez Niell | LA NACION
LAS PAREJAS, Santa Fe.- Una gigantesca caricatura de Cristina Kirchner con labios inflados, gesto hostil y un dedo levantado dominó durante semanas el cruce de la ruta 9 con la 178, en el centro geográfico de Santa Fe. Era el peor momento de la guerra campo-Gobierno y la esquina congregaba a cientos de productores, obreros y comerciantes de los pueblos de la zona que le dejaban mensajes en una urna a la enorme presidenta "Kretina". Hoy, el paisaje es otro. El cruce se convirtió en rotonda y resalta allí un cartel que hace dos años no hubiera durado cinco minutos: "Aquí también la Nación crece".
La rotonda es un paso obligado para llegar desde el Sur a Las Parejas, cuna de la maquinaria agrícola nacional y la ciudad más industrializada del país en proporción a sus habitantes, que pasaron de 10.000 a 15.000 antes de que un censo pudiera advertirlo.
Esta ciudad de "desocupación cero" era el emblema de desarrollo que usaba como ejemplo Néstor Kirchner, pero la pasó mal durante la crisis de las retenciones: la producción se paró, la industria no tenía compradores, y en los negocios de la calle 20, la principal, parecía siempre la hora de la siesta. El kirchnerista Agustín Rossi sacó entonces un 5% de los votos. Pero el año pasado empezó la reconciliación. Hoy, la industria trabaja a pleno, los comercios venden motos y electrodomésticos como nunca, el Sportivo Las Parejas inauguró un "megaestadio" y Cristina ganó por el 40,2% de los votos, dos puntos más que en el total de Santa Fe, anuncian en la municipalidad. Los productores -minoría en este escenario fabril- están desconcertados.
Detrás de los galpones de Apache, Jorge Néstor Giménez ajusta una sembradora de 10.000 kilos, recién terminada, al camión que la trasladará a Tucumán. Es idéntica a una que se exhibe en Tecnópolis. Giménez lleva un pulóver jaspeado ennegrecido de grasa y guantes amarillos mullidos. Tiene 66 años y hace 43 que trabaja en esta fábrica, uno de los emblemas de Las Parejas. "Cuando fue lo de la 125 yo fui, con banderas y todo, al cruce", cuenta, y sin soltar la llave señala: "Los muchachos se me ríen porque ahora la voté a Cristina".
A diferencia de la mayoría de sus compañeros, él es, además, productor. "Tengo un poquito de campo y estaba indignado, ¿por qué me van a sacar lo poco que gano? Pero ahora yo les digo: si no fuera por Cristina, no estaría cobrando esta jubilación." Giménez se jubiló el año pasado, pero no hubiera sabido qué hacer en su casa. "Me daba apuro dejar la fábrica y me quedé."

Diez días después de los comicios, quedan algunos carteles de las elecciones primarias abiertas.
Foto 1 de 17

Del otro lado del camión, Mauricio Volpe, de 24, ríe simpático. "Ahora la cosa está bien porque hay trabajo, pero acá todo depende del campo...", dice. Como quien no es responsable de lo que vendrá, levanta los hombros y anuncia: "Yo, en cambio, lo voté al jefe".
"El jefe" es Carlos Castellani, conocido en Las Parejas como "el Indio", presidente de Apache. Fue el último diputado nacional de la Ucedé y se postula para volver al Congreso con el frente de Alberto Rodríguez Saá. "El Indio" se queja del gobierno nacional, pero dice que en Las Parejas no hay desocupación y se necesitaría más personal calificado. Su fábrica, montada en un imponente galpón de seis hectáreas, sigue en expansión. "Es lindo, pero a veces no podés dormir... De esto dependen muchas familias y acá nos conocemos todos."
El 95% de las industrias de la ciudad son de capital nacional. "Y parejense", dice el intendente Heraldo Mansilla (PJ), que este año ganó su tercer mandato con el 72% de los votos. "Las empresas pasaron de facturar $ 28 millones en 2003, a $ 68 millones hoy; había 600 obreros y hoy son más de 2000", afirma.
Mansilla es conocido como un "hacedor". No tiene denuncias de corrupción ni de clientelismo en el reparto de planes sociales; sí lo acusan de ser muy personalista. "Ya pavimenté casi todas las calles", "doné una ambulancia", "tengo una casa con 30 chicos estudiando en Rosario"; intendente y municipalidad son lo mismo para él. "Deciles, Bocha -lo codea su mujer, Adriana, dueña de un local de quiniela-. Todos saben dónde vivimos y vienen a casa si tienen un problema." El asiente: "Si vienen con una pavada los saco carpiendo, y un mes antes de las elecciones cierro acción social". La "gestión Mansilla" tampoco descuida la promoción: la cara del intendente aparece en el cartel luminoso con publicidad rotativa que atraviesa de lado a lado la calle 20. Está entregando laptops a chicos de guardapolvo; después de peluquería Karlos y antes de Ocre's regalos.
Hace dos años, el intendente puso a prueba su cintura política. Es kirchnerista, pero enfrentarse a los productores no era una opción en un pueblo que vive del campo y estaba parado y enojado. Mansilla reunió a industriales, comerciantes, gremialistas, productores y al cura del pueblo y se comprometió a apoyar al campo, siempre y cuando en Las Parejas no hubiera piquetes. Así fue. El corte era en la rotonda, partido de Armstrong. Hoy, reniega de su reclamo. "Cambié de opinión cuando me puse a estudiar la 125. El pueblo estaba engañado", dice, sin vacilar.
Los productores celebran de aquella crisis la unión que generó en el pueblo. Son indulgentes con el intendente, pero duros con el Gobierno. "Fue muy habilidoso para provocar rencores", dice Arduino Girogi-. Algunos nos miran mal, como si en serio fuéramos oligarcas."


Esteban Jiménez, obrero de Ombú y delegado gremial de la UOM, bien podría ser una de ellas: "Nosotros fuimos al cruce con los productores, pero ellos siempre quieren más. Acá también vemos 6,7,8 y sabemos cómo son las cosas". Ombú es, con 350 empleados, la industria más grande de Las Parejas. En la puerta de la fábrica, la hilera de motos ocupa media cuadra. Ninguna tiene candado ni cadena.
"Acá no hay discusión política. Mirá lo que es. Las Parejas parece la capital del auto importado", dice Martín Gorr, comerciante. Por la ventana, se ven un Audi blanco y un BMW último modelo. "Mientras dure el precio de la soja...", se escucha del otro lado de la barra. Gorr está sentado, con cinco amigos, en la única mesa ocupada del bar Victoria. "Eso sí, joda acá no hay nada. Si te venís a Las Parejas es para pasar la piedra o soldar. Si no, ni vengas", advierte. Sus amigos se ríen y estiran el último café antes de volver a trabajar.
DIARIO DE VIAJE
Poco, casi nada. En un alambrado lindero con la ruta 9 hay un pasacalle que promociona candidatos del PJ. Ajado y retorcido, casi no se lee lo que dice, sólo se adivina por el escudo que son peronistas. Es uno de los pocos mensajes de campaña que sobrevive en la zona. Una semana después de las elecciones primarias y un mes después las locales, la política se retiró del terreno santafecino. Quedan algunos rastros, como una gran cara de Binner en la autopista que rodea a Rosario, pero no mucho más.
Vacaciones en Las Parejas. Entrando a Las Parejas aparece algún otro cartel. Casi todos muestran a Cristina Kirchner, sonriente, junto a Omar Perotti, pero hay fotos de Binner y de Eduardo Duhalde, que aquí obtuvo mejores resultados que a nivel nacional (con el 18,4% de los votos, quedó tercero detrás del kirchnerismo y del socialismo). "Los nuestros los estamos levantando. Los ponemos de nuevo un mes antes de las generales", cuenta Heraldo Mansilla, el intendente kirchnerista.
De la UCR, ni uno. No hay un solo cartel de Ricardo Alfonsín ni en Las Parejas ni en la ruta de acceso. No es extraño: no llegó al 5%. El primer cartel del radical está en el pueblo vecino de Armstrong (emblema de la lucha del campo y uno de los pocos lugares donde Cristina Kirchner no ganó)..

No hay comentarios:

Publicar un comentario