domingo, 25 de septiembre de 2011

Contraeditorial

Entre la impotencia y la desorientación

Publicado el 25 de Septiembre de 2011



Ante la imposibilidad de revertir la sensación térmica y el clima de creciente consumo que atraviesan los distintos estamentos sociales, una mezcla de impotencia y desorientación política se ha instalado en las huestes anti K.
Ya queda menos de un mes para las elecciones generales y sorprendentemente, la desdibujada oposición política no logra salir de su letargo. Sólo el sistemático accionar de la oposición mediática intentó, después de la debacle opositora en las primarias de agosto, jugar la estrategia del desgaste gubernamental. En el intento de lograrlo hace eje en el affaire Schoklender, en el alarmismo inflacionario y trata de instalar el pesimismo del futuro económico de la Argentina ante el posible agravamiento de la crisis recesiva en la Eurozona y el estancamiento en los Estados Unidos.
Ante la imposibilidad de revertir la sensación térmica y el clima de creciente consumo que atraviesan los distintos estamentos sociales, una mezcla de impotencia y desorientación política se ha instalado en las huestes anti K.
La percepción generalizada del electorado es que, a cuatro semanas de las presidenciales, los candidatos opositores no le encuentran demasiado el sentido a posicionarse con un perfil más alto ante su segura derrota del 23 de octubre.
La renuncia de Felipe Solá a la jefatura del bloque parlamentario del peronismo conservador –consecuente con su itinerante devenir político– más el desmembramiento de la alianza contranatura Alfonsín-De Narváez, son tan sólo la expresión de la profunda desorientación de las filas opositoras, que admiten el escepticismo de sus consuetudinarios aportantes económicos, remisos a malgastar recursos en un improbable milagro electoral. En síntesis, hay una suerte de conglomerado opositor en acelerada pérdida de legitimidad que aún no ha tocado fondo.
Esta anomia opositora tan sólo es modificada por iniciativas espasmódicas de cuño claramente oportunista, como la convocatoria de Sergio Schoklender a la Comisión de Vivienda y de Asuntos Constitucionales del Parlamento, genuina expresión del voluntarismo, de la recurrente manera de abordar la realidad por parte de los medios opositores.
Según el relato de la “corpo” y sus aliados, “el grave problema de los argentinos” no es hoy “la incertidumbre ante un gobierno debilitado”, como después de la crisis con las patronales agrarias en el invierno de 2008, sino por el contrario el peligro de un triunfo por más del cincuenta y tanto por ciento de los votos del Frente para la Victoria y la agudización de la diáspora electoral de la minusválida comparsa opositora.
Sorprendentemente, la prensa anti K encontró un lugar común entre su discurso y el de su antiguo enemigo Sergio Schoklender, quien en su raid mediático de las últimas semanas repitió la novedosa teoría político-mediática del peligro democrático post electoral. La original hipótesis se basa en el eventual riesgo del futuro próximo de la democracia argentina de que, como efecto de un potencial triunfo electoral de Cristina Fernández, se instale de facto una “monarquía K”, que remplazaría en los hechos el juego democrático de la República.
Esta gramática alarmista del relato de los medios conservadores tiene sus raíces en una realidad indiscutible. A partir de diciembre la previsible reelección por amplio margen de Cristina Fernández, no sólo le conferirá a la presidenta reelecta un poder y una legitimidad superior a su originario primer mandato, sino que instalará en una profunda impotencia y desorientación al conglomerado opositor que en su obsesión anti K, no ha podido sopesar no sólo el mejoramiento innegable en materia económica y social del modelo desarrollista con distribución implementado desde el otoño de 2003 a la fecha, sino que en su ceguera no advierte las proyecciones del gasto público en relación al Presupuesto 2012. En dicha proyección la inversión pública se incrementará en un 18,8 %, siendo las partidas que más crecerán las asignadas al Ministerio de Acción Social con un aumento del 23% en relación a lo previsto para 2011. De los 27.485 millones de pesos asignados a dicha secretaría, una parte significativa de las partidas será para financiar el programa Argentina Trabaja, que alcanzará un universo de 170 mil beneficiarios organizados en centenares de cooperativas. Esta iniciativa, que ha suplido con políticas públicas la incorporación al mercado laboral de desocupados estructurales y nuevas camadas de jóvenes trabajadores, garantiza un ingreso de 1400 pesos al mes y es el centro de las presiones de los movimientos sociales en procura del mejoramiento gradual de la asignación y su extensión a un universo más amplio de desocupados. Otro de los rubros ponderados del presupuesto de la secretaría es el concerniente a la asistencia financiera y técnica de 1400 comedores comunitarios en todo el país y más de 11 mil comedores escolares que asisten a cerca de 1,7 millones de chicos.
Mientras tanto, el Ministerio de Educación llegará a un presupuesto cercano a los 28 mil millones de pesos para el próximo año, cifra récord, que es el resultado de un incremento de un 17,3% del anterior presupuesto. Las partidas se distribuyen entre la capacitación docente, el financiamiento de las universidades públicas y un monto significativo para la implementación del novedoso proyecto Conectar Igualdad, que corresponde al reparto de netbooks a alumnos y profesores del nivel secundario en todo el territorio nacional. Por otro lado, las partidas del Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva serán del orden de los 3097 millones, un incremento del 15% en relación al año en curso. En el caso del Ministerio de Trabajo, el presupuesto del próximo año será de 194.094 millones de pesos, con un aumento del 21% respecto de la anterior partida, siendo los ítems más destacados, la asistencia a jóvenes desocupados, los seguros de capacitación y empleo y los incentivos de reinserción laboral. Esta apretada síntesis seguramente resulta incompleta en relación a la deuda social generada por más de dos décadas de políticas neoliberales que llevaron a la debacle de diciembre de 2001.
Lo que el discurso mediático-opositor no enuncia es que el gradual mejoramiento de la paupérrima situación económico social heredada, sólo puede continuarse con políticas activas desde el Estado y con el necesario incremento del gasto público, que desde hace años se ha convertido en el centro de las críticas desde la oposición conservadora. Quizás esta obsesión por enfriar la economía y recortar la inversión social deviene de sus sólidos lazos con los centros financieros internacionales y sus organismos de préstamo que persisten en sus recetas ajustistas ante el actual escenario de crisis en Grecia, Portugal, España e Italia que hoy amenaza con extenderse al resto de los países de la Eurozona. De ahí seguramente proviene la raíz de su impotencia y desorientación ante la anomalía latinoamericana, que sintetiza una forma autónoma de afrontar la crisis del capitalismo. <

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