lunes, 28 de noviembre de 2011

del blog de artemio

althusser y perón acerca de la ideología y la posesión del conocimiento

En la posesión de conocimiento sobre las prácticas sociales que permiten ver, los ideólogos neoliberales y marxistas de diversas orientaciones, son los "campiones del mundo".
Si en unos el "saber técnico", en los otros el "revolucionario o reformista" , lo cierto es que ambos pueden ver lo que el pueblo llano no logra. Es la historia de la presuntuosidad del saber sobre la espontaneidad de las masas.
Es fácil imaginar dónde queda las simpáticas "masas peronistas" y sus organizaciones espontáneas en esta división del conocimiento/ desconocimiento.
Será Louis Althusser desde el marxismo el que reformule "los lugares" del conocimiento/desconocimiento y desacomode a los sabios, mediante el despliegue de su Teoría de la Ideología y los Aparatos Ideológicos de Estado. Las consecuencias políticas de la teoría althusseriana son notables y escandalosas para los apropiadores del saber urbi et orbi.
Al respecto, leemos
El concepto de ideología, entendido en sentido negativo, presupone una “realidad real” que imprime indefectiblemente su sello en la conciencia. Si entre el individuo y la realidad no mediaran las relaciones sociales, lo único que habría que hacer sería “mirar” al mundo para descubrir su verdad intrínseca. Pero como nuestra mirada se encuentra perturbada por intereses de clase, la verdad del mundo social queda muchas veces oculta a la conciencia.
En esta situación, se hace necesario recurrir a un conocimiento especializado – la ciencia – que sea capaz de separar la verdad y el error, para mostrarnos aquello que no podemos ver por causa de nuestra inmersión en las contradicciones sociales. El cientista social juega entonces la función del hermeneuta: parte de un texto superficial que considera “sintomático” de una realidad más profunda, que se revela como su verdad última. Este es el modelo de crítica de la ideología desarrollado por Marx y por el mismo Althusser durante los años mil novesccientos cincuenta y sesenta.
Pero en los setentas Althusser se aparta de esta noción “negativa” y de este modelo de “crítica” para adoptar lo que hemos llamado una noción “agonística” de ideología. Aquí las ideologías son vistas como un “sistema de creencias” que no tienen necesariamente una adscripción de clase y que sirven para imputar “sentido” al mundo y a nuestra praxis en el mundo. Nótese que en este caso las ideologías no son síntomas de una verdad más profunda, puesto que aquello que los actores sociales tienen por “verdadero” es un asunto de simple y llana imputación o voluntad de verdad. Este desplazamiento teórico tiene por lo menos cuatro consecuencias importantes, que describiré brevemente:
a) Se rompe con la visión de Marx según la cual, las ideas dominantes expresan posiciones fijas de clase al interior de la estructura social. Lo que se destaca ahora es el hecho de que una ideología no se hace dominante por el simple hecho de “reflejar” los intereses de una clase, sino que su ascendencia es un proceso contingente de lucha por el poder de imputar sentido. En otras palabras, y como también lo diría Gramsci, para Althusser la ideología es el campo de lucha por la conquista de la hegemonía en el terreno de las representaciones simbólicas –es decir, de la cultura.
b) No se puede establecer una contraposición entre la ciencia y la ideología puesto que, en sí misma, la ciencia es una estructura discursiva que procede mediante la imputación de sentido. Es decir que el problema de la “verdad científica” se define, en últimas, en el terreno de las políticas del conocimiento. Qué tipo de sentido se imputa a la realidad no es algo que dependa exclusivamente de criterios intracientíficos, sino que, en ello, intervienen criterios de orden moral, económico y político. También la ciencia, en tanto que socialmente preformada, se encuentra preñada de ideología y es objeto de la lucha por la hegemonía.
c) La crítica de la ideología no utiliza el código binario verdad-error, ¿La de Karl Popper? puesto que una visión del mundo sólo puede ser interpelada desde otra visión del mundo. Algo más dialéctico. Es decir que la crítica se hace siempre desde un “sistema de creencias” diferente, que no es más o menos verdadero que el que se critica, sino más o menos fuerte. La fortaleza o la debilidad de este sistema de creencias viene dada por la conquista de posiciones de poder en el terreno de la política.
d) El intelectual deja de ser visto como el “experto” que, en virtud de la autoridad de su saber, posee algo que el pueblo llano jamás ha poseído: la llave del acceso a la verdad. El problema no es que las masas se encuentren desposeídas de conocimientos que les permitan interpretar su propia praxis, sino que han sido determinadas políticas de la verdad las encargadas de deslegitimar ese conocimiento y de investir a los “expertos” con la prerrogativa de ser los únicos intérpretes autorizados de la verdad social.

acerca de la "burocracia sindical" y el parloteo "anticorporativo"

El peronismo como doctrina estableció su equidistancia respecto a los polos de poder mundial a mediados del siglo pasado, no hubo más neutralidad que esa en la teoría y práctica justicialista y de ninguna manera la categoría "salomónica" devenida en pobre metáfora todoterreno, puede trasladarse a otros ámbitos, por caso al análisis de las organizaciones de la sociedad civil .
No hay teóricamente hablando para el peronismo "equistancia" (por citar un caso de moda) entre "las corporaciones empresarias y gremiales", tal como lo plantea, por ejemplo el discurso republicano de izquierda y derecha demoliberales.
Lo señaló por otra parte de manera transparente Cristina Kirchner cuando afirmó que este gobierno peronista , frente a las demandas de los trabajadores "no es neutral" .
Y no fue ni es "neutral" porque este gobierno peronista en su fase kirchnerista ( al igual que el en la fase populista inaugural bajo los liderazgos de Perón y Evita) tuvo y tiene como objetivo "equilibrar el desequilibrio estructural" que en una formación económico social capitalista se materializa al interior de las relaciones sociales de producción y de las cuales los sujetos son apenas tragers, soportes materiales de relaciones sociales dramáticamente asimétricas, que los constituyen y preexisten. Punto.
Para acercarnos al debate sobre la especificidad de la organización sindical y el modo de caracterización dominante de una punta a su opuesta/complementaria en el espectro ideológico gaucho bajo el núcleo conceptual difuso de "burocracia sindical" , leemos a Juan Pedro Denaday, en un artículo publicado en la Revista del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras , para debatir contra el sentido común del liberalismo -en este caso izquierdista, en otros derechista- todavía predominante en los claustros de la UBA.
“No sé si pensar que tus declaraciones son el producto de una noche de insomnio o es esa tendencia de algunos que se dibujan intelectuales y se creen superiores, diferentes a los demás y hasta más inteligentes que el común de los mortales. Pero, y disculpame que recurra a una frase peronista, la única verdad es la realidad.
(…) Cuando te quejás de la CGT no podés reconocer que, nos guste o no, son ellos los que hoy representan a los trabajadores.
También caes en el reduccionismo político de equiparar a la CGT con Barrionuevo. Sería como equiparar a los empresarios con Martínez de Hoz
(…) A veces sos un intelectual brillante y otras veces opaco. Pero no olvides que también fuiste un militante político y como tal merecés un análisis más profundo y piadoso, pero siempre con los pies en la tierra”
Mail de Néstor Kirchner a José Pablo Feinmann en junio del 2006
Este pequeño texto –que como tal no pretende ser algo acabado sino simplemente el disparador de algunas reflexiones- no puede rastrear la larga historia del movimiento sindical argentino ni hacer un racconto sobre su adhesión masiva al peronismo a mediados del siglo XX (el conocido debate sobre “los orígenes del peronismo”[1]), cuestiones insoslayables para evaluar su todavía significativa gravitación en la vida política nacional.
Se propone algo más modesto y acorde al espacio de esta publicación: cuestionar el uso abstracto e indiscriminado que las distintas vertientes de izquierda hegemónicas en el movimiento estudiantil hacen del concepto de “burocracia sindical”. En primer lugar, porque como lo ha señalado hace siglos la filosofía y contemporáneamente la semiología la utilización desproporcionada de un concepto le anula toda utilidad específica, es decir, todo valor científico y explicativo (si “todo es política”, ¿qué es la política?, si “todos son burgueses”, ¿qué es la burguesía?). En segundo lugar, porque esta utilización es parte de un más amplio prejuicio anti-sindical muy asentado en la progresía y la clase media argentina, incluidas corrientes y personalidades que militan en el interior del kirchnerismo.
Es curioso como los medios periodísticos, intelectuales y muchos sectores políticos señalan sistemáticamente la presencia de “mafias”, “negociados” y “métodos patoteriles” en el mundo sindical como si le fuera de propiedad exclusiva y además generalizable a todos sus sectores.
En verdad tales prácticas son transversales al conjunto de la sociedad argentina y nadie que por ejemplo pretenda reivindicar la política diría “que la política es corrupta” porque hay corruptos, como fue el latiguillo de los grupos económicos que impusieron el modelo neoliberal manu militari anulando y desprestigiando la vida política, única herramienta de los pueblos para enfrentar al capital. Asimismo, es llamativo como se desconoce su vida interna. En el mundo político, empresarial, intelectual o estudiantil nadie generalizaría un denominador común del conjunto de sus sectores, menos aún para denostarlo livianamente, sino que al contrario se suele apuntar inequívocamente a resaltar los matices y las diferencias existentes.
Aunque sea soslayado con generalizaciones, eso mismo ocurre y con particular agudeza en el mundo sindical y dentro de la CGT, donde por ejemplo el moyanismo es una corriente que agrupa sólo a algunos sindicatos, otros están en manos de los “gordos” y existe un sector de “independientes” de disímiles características. Sin embargo, cualquier acción de alguno de sus sectores es adjudicada a toda la Confederación e inclusive particularmente a su Secretario General. Un equívoco desmesurado.
Nadie en su sano juicio responsabilizaría al presidente de la FUBA de lo que hace un Centro de Estudiantes que forma parte de su institucionalidad pero no es afín a su línea política, como pueden ser los socialistas de Derecho o los radicales de Económicas. Pero para el mundo sindical corren otras reglas...
En términos políticos para nosotros burocracia significa un sector de la dirigencia sindical que se escinde de la defensa de los intereses de los trabajadores pasando a defender sus intereses peculiares como casta, a partir de cuando no duda muchas veces en asociarse al propio empresariado para perjudicar a los trabajadores y beneficiarse ella misma.
Tal fue el caso históricamente emblemático de Augusto Vandor [imagen] (y actualmente de Pedraza, Venegas, Lescano, Barrionuevo y otros). Pero incluso aquí también es menester diferenciar entre ideología y método. Es decir, los peronistas podían disentir de la intención de Vandor de diferenciarse del destino de su líder y del peronismo en tanto movimiento nacional, para constituirse como un “factor de poder” en los marcos del régimen proscriptivo. Por esa razón fue calificado como “traidor”, pero esa diferencia no alcanza para definirlo como un burócrata. Lo que lo define como tal es que en sus manos la UOM perdió afiliados y sufrió miles de despidos por la entrega sindical, debilitando al conjunto del movimiento obrero[7].
Una dinámica completamente diferente han impulsado múltiples tendencias del sindicalismo peronista a lo largo de la historia, y desde los años 90 el sector liderado por Hugo Moyano, cuya labor ha fortaleciendo cuantitativa y cualitativamente al movimiento obrero, colaborando a convertirlo en un actor central de la vida política nacional luego de los duros golpes de la dictadura y especialmente de los noventa. El surgimiento de la Juventud Sindical y de su joven dirigente Facundo Moyano se inscribe en esta dinámica.
Como todo otro sector político y social tendrá limitaciones y cuestiones a mejorar, pero su tendencia ha sido indudablemente progresiva, lo que se hace aún más evidente en su comparación con los sectores que se proponen para sustituirla. La corriente moyanista –que incluye a figuras destacables como Smith y Plaini- busca asimismo superar el mero amarillismo, y por esa razón combina la defensa de las demandas de sus propios representados con la adhesión al proyecto nacional y la participación política.
Su fortalecimiento es concomitante al proceso de reindustrialización y conquistas sociales impulsado por el kirchnerismo, nueva síntesis del movimiento nacional. Es el camino de la profundización de la industrialización, de la independencia económica –No al Alca, No al FMI, control del Banco Central, estatización de las AFJP, etc- y de la consolidación del mercado interno lo que va a permitir que se siga desarrollando un sindicalismo masivo y poderoso, sin cuya presencia protagónica es al mismo tiempo impensable alcanzar una verdadera y total Justicia Social.

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