sábado, 25 de febrero de 2012

del blog de artemio,el flaco lopez

el mito del viento de cola


Leemos un análisis tan simple como contundente en Estructura Desequilibrada:

Hace años que vengo escuchando a la mayoría de los economistas liberales (ortodoxos) decir que el crecimiento experimentado por la economía argentina durante esta década estuvo explicado enteramente por el viento de cola (uno de ellos fue Pablo Gerchunoff, en una reciente entrevista que analizamos aquí).



¿A qué se debe este empecinamiento en reducir un fenómeno tan complejo a algo tan simple?
A que estos economistas no comparten la agenda de políticas económicas llevada a cabo por este gobierno, ya que rechazan la idea del crecimiento liderado por la demanda. Es así que a este tipo de medidas se les aplica el mote de “populistas”, ya que (siempre según ellos) tienen un único fin que es el de ganarse el voto de la gente (que es estúpida y no se da cuenta que está siendo engañada) poniendo plata en su bolsillo, fomentando el gasto desmesurado a costa del ahorro (lo que en la jerga se conoce como “pan para hoy, hambre para mañana”).


A pesar de que ya han pasado más de 8 años de crecimiento continuo y que esto debería haber hecho que revisaran sus fundamentos, ellos insisten, año tras año, con que este tipo de medidas provocarán una crisis económica[1].


Retomando la pregunta del principio y a modo de resumen: estos economistas debieron buscarle otra explicación al crecimiento argentino con el fin de evitar que éste sea vinculado con las políticas económicas llevadas a cabo por este gobierno, las cuales ellos desaprueban.
¡Y entonces qué mejor explicación que el viento de cola! Algo que estaba a la vista de todos, y que al parecer solo tuvo lugar en estos últimos años. Por más que pareciera una respuesta sorprendentemente inocente, tenía cierta consistencia y eso hizo que muchos economistas dijeran que el crecimiento récord que tuvo lugar en estos años se debía pura y exclusivamente al viento de cola.
Analicemos esta suposición, a través a algunos gráficos. Primero, veamos la tasa de crecimiento promedio de los principales países de Latinoamérica y el Caribe para el período 2003-2011( gráfico de inicio)

Como se puede observar, Argentina fue el país que más creció durante este período. Pasemos ahora a la evolución del precio internacional del poroto de soja...


debate en el kirchnerismo: la posición del EDE


Hay que sacarle la concesión a TBA




Vía Twitter, Martín Sabbatella declaró: "Hay que investigar seriamente que sucedió en Once, pero es probable que la conclusión sea la misma de siempre: hay que sacarle la concesión a TBA".

El diputado nacional por Nuevo Encuentro reclamó ayer "investigar" las responsabilidades del accidente ocurrido en la estación de ferrocarril Miserere, pero concluyó en que "hay que sacarle la concesión a TBA". Asimismo, el legislador manifestó que "nos invade un profundo dolor por la tragedia de Once. Nuestras condolencias a las víctimas y a sus familiares".



de cirigliano al mundo ..." red coach, the ultimate ride" yes, yes, yes!










Demostrando que la "burguesía nacional" cuando quiere utilizar bien los subsidios, puede, veamos otras empresas extramuros, controladas por el mismo grupo que capitanea TBA .

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peronismo : nacionalismo o populismo?




Recibimos este excelente análisis de Julio Burdman que apunta a desentrañar al núcleo simbólico de varios cachivaches conceptuales que dan vuelta por los diarios cesaristas , las radios FM hegemónicas y la tele bonapartista, y que hoy mismo reproducen locutores y reporteros republicanos, en cuya base conceptual siempre se identifica Peronismo con Nacionalismo ... europeo, paradigmete cuyo estandarte lo portan el guionista de Los Simpson y Beatriz Sarlo, valga la redundancia.

Catástrofe del pensamiento -- que fuera enfrentada conceptualmente como nadie por el Bebe Cooke el siglo pasado que fundó sin nombrar la categoría no funcionalista de "populismo" para el análisis del peronismo -- , esa asimilación de Peronismo y Nacionalismo europeo reiteramos dió y da lugar a muchos de los malos entendidos proplados ahora mismo con sagrada furia nada más ni nada menos que por la opo, que responde a la corpo, intentando , claro, que no se gane la batacu. Mejor leemos a Burdman:

Dentro y fuera de la Argentina, el resurgimiento de la cuestión Malvinas dio lugar a diferentes acusaciones a la posición del Gobierno Argentino, afirmando que está nutrida en el “nacionalismo peronista” . Pero no hay motivo de alarma. Más allá del juicio que tengamos acerca de la política kirchnerista sobre Malvinas –tema para otro artículo–, lo cierto es que el peronismo no fue ni es un movimiento nacionalista. Al menos, no en el sentido europeo. Este supuesto es una imagen muy fuertemente instalada en la Historia Argentina, pero no responde ni al ideario populista ni al desempeño gubernamental de los diferentes peronismos. Por el contrario, el peronismo desde sus inicios representó -y lo sigue haciendo- una crítica del nacionalismo argentino, construido en tiempos de la Organización Nacional y con una influencia que se extendió por la tradición antiperonista y la visión geopolítica de los gobiernos militares del Siglo XX.

Se ha dicho reiteradamente que el peronismo es nacionalista por razones que no describen el meollo del nacionalismo. Por un lado, porque hubo –y hay– nacionalistas católicos, rosistas y de otras denominaciones que reivindican a Perón. Grupos minoritarios de esta filiación se sumaron a la amplia coalición de 1945 y después también, pero nunca fueron predominantes en ninguno de los gobiernos peronistas. Por otra parte, Perón era un caudillo militar, y todos los militares del mundo son, en alguna medida, nacionalistas. Juran, después de todo, dar su vida en defensa de la Patria. Pero esas aparentes ideas, en todo caso, no permearon en las políticas peronistas.

Se dice también que el peronismo era nacionalista en lo económico, y si bien esto es cierto, también lo es que el proteccionismo económico y el keynesianismo son teorías económicas que no necesariamente van de la mano del nacionalismo político y social, y que eran predominantes a nivel mundial en tiempos del primer peronismo. Pero el elemento más fuerte en la caracterización del peronismo como nacionalista proviene de su antiimperialismo y antinorteamericanismo, muy marcados en su primera etapa.

En esta relación conflictiva podemos identificar los aspectos más nacionalistas del peronismo. Y aun así, hay que distinguir entre antiimperialismo y nacionalismo, que no son exactamente lo mismo –existe, de hecho, una tradición liberal antiimperialista–, y también hay que situar la retórica antinorteamericana de Perón dentro de un comportamiento reactivo, ya que ésta surge y se profundiza como consecuencia de los conocidos esfuerzos de Washington para evitar que la primera candidatura presidencial de Perón triunfase en 1946.

Pese a lo anterior, no podemos decir que el peronismo sea nacionalista porque todas sus políticas fueron opuestas a las agendas centrales del nacionalismo de ayer y de hoy. El nacionalismo, una idea europea, define a una comunidad nacional en términos culturales, idiomáticos y étnicos, y luego defiende el derecho de esta Nación a tener un Estado propio y diferenciado de otras naciones. Los programas nacionalistas sobre población, territorio, nacionalidad e inmigración parten de esta premisa. En la Argentina, el nacionalismo que organizó el país se propuso definir una argentinidad a partir de nuestras raíces europeas, negando y combatiendo a las poblaciones pre-existentes, defendió un territorio “geográficamente imaginado” de sus vecinos en disputa, promovió la inmigración europea asociada a una formidable empresa cultural de“argentinización”, y acabó enfrentado con esta idea una vez que encontró que las masas inmigrantes empobrecidas del sur de Europa no respondían al plan imaginado.

Diferentes autores sostienen que, más allá de sus logros iniciales, las construcciones de este nacionalismo argentino tuvieron influencia sobre muchos acontecimientos políticos poco felices que se vivieron con posteridad. Desde las guerras territoriales –pocas, afortunadamente– en las que se embarcó la Argentina con sus vecinos en el Siglo XIX hasta el pensamiento geopolítico clásico de los militares argentinos, caracterizado por una marcada desconfianza hacia los países vecinos, pasando por el mito de la “Argentina blanca” y la Guerra de Malvinas, están unidos por este origen común.

El peronismo representó, a través de sus políticas, una crítica profunda de estos conceptos fundacionales argentinos. En primer lugar, porque cambió el concepto de población. Puso fin al mito de la Argentina blanca y a partir de allí, fue el motor político de sucesivos cambios. El peronismo es esencialmente diferente del nacionalismo porque es populista latinoamericano. Y el populismo, por definición, no es nacionalista; puede, eventualmente, parecerse al nacionalismo, pero una vez que se convierte en nacionalismo deja de ser populismo. La diferencia es sociológica: el nacionalismo defiende a un determinado grupo social, “la nación”, se basa en él, y excluye a todos los demás, mientras que el populismo, construye un grupo social indeterminado,“el pueblo”, e incluye a todos los que se quieran subir a él, hasta formar una mayoría electoral.

El “pueblo” de los populistas no es esencialista, sino que responde a un objetivo político. Este fue uno de los errores fundamentales de quienes quisieron comparar a los populismos latinoamericanos con los fascismos europeos. Haciendo una mala analogía contrafáctica, podríamos decir que bien lejos de las manifestaciones nacionalistas uniformes de los nazifascismos de los ‘30 y ‘40, el peronismo y otros populismos latinoamericanos de los ‘40 fueron una gran unión de los excluidos por aquellas manifestaciones.

Y desde entonces, siempre fue incorporacionista. En todas sus variantes, el peronismo fue favorable a una inmigración abierta. Aún hoy, en un mundo en el que los países tienden a cerrar sus fronteras a la inmigración. Es, también, un partido que se identifica con los avances civiles y sociales logrados por otras comunidades excluidas, como las mujeres, los inmigrantes de países limítrofes, los homosexuales y, lentamente, los pueblos originarios.

Finalmentre, otra política histórica del peronismo que se contrapone por definición al nacionalismo, es su integracionismo. Durante el primer peronismo, aún cuando no se lograron avances concretos en la materia en comparación con el Mercosur –firmado en 1991 por un presidente peronista, en este caso globalista, como fue Carlos Menem–, se desarrolló una doctrina de orientación a la integración regional que perdurará hasta nuestros días.

En suma: el peronismo en nada se parece a un nacionalismo europeo. Estos últimos movimientos se caracterizan por una visión restringida de la población, su oposición a la inmigración y la integración regional, y una desconfianza hacia los países vecinos. Contrariamente, el peronismo siempre fue partidario de la inmigración y la integración regional, y su visión acerca de la población es dinámica y populista- incorporacionista. El nacionalismo territorial ofensivo argentino siempre actuó bajo el gobierno de grupos políticos herederos de la tradición nacionalista argentina, y ello incluye a la Guerra de Malvinas, engendrada por la última dictadura militar y antiperonista. El peronismo es populista, con todo lo que ello implica.

Tal vez Kant debería renacer para escribir “La Paz Populista”.

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