jueves, 29 de marzo de 2012

Artepolítica
   
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Gente enojada
Posted: 27 Mar 2012 03:20 PM PDT

Ambito Financiero tenía una sección que se llamaba “gente enojada” donde iban las cartas de lectores. Era muy gracioso el nombre. Pues bien, ahora hay gente enojada.
Son “gente” y están “enojados”. Están muy enojados. Enojadísimos.
La autocita es un género de porquería, pero bueno, de puro vago fui a ver dónde corno era que habíamos hablado ya de este tema. Fue después de las primarias de agosto, cuando un sector de la oposición quería plantear las elecciones presidenciales como unas “legislativas”.
Decíamos entonces:
Acá hay una parte de la sociedad, una parte importante de la sociedad argentina que, como comprobamos cada día es muy diversa y está muy fragmentada aún, y que considera que este Gobierno nacional no hace las cosas bien. No sólo eso, que este Gobierno se tiene que ir, que es nocivo, que es perjudicial (…).
Tiene que haber alguien que hoy se banque perder para poder expresar. Porque si no, hay un riesgo de acciones anti-sistema, de “es todo una mierda”, de “no me importa el país de estos negros, que se jodan”. Y guarda porque hay sectores medios y medios bajos ahí, no es todo Recoleta, eh. Toda esa gente tiene que poder construir una alternativa democrática que se enfrente al Gobierno nacional.
Así, por ejemplo, pudimos escuchar en las últimas horas a Ivana, amiga de la familia de Leandro Rojas, policía de la Metropolitana asesinado en Avellaneda, quien decía, por ejemplo:
Basta de vivir así, qué mierda hay que hacer para que alguien se dé cuenta de que no se puede vivir más así (…) tengo mi hija, la busqué cinco años, hice seis inseminaciones, la plata que tenía juntada para la casa la pagué para tener mi hija y viene un hijo de puta y te caga la vida, porque te la recontra caga (…) Entonces decís ¿qué hay que hacer? (Ser) un malandra, hay que usurpar terrenos, engancharse de la luz, vivir de un plan trabajar, hay que ser un garca para que te vaya bien en este país. (…) Se le metieron dos hijos de puta adentro de la casa (…) lo remataron como un perro, con un agujero en la cabeza. (…) Es cierto, mendigás justicia. Ni en pedo salgo a mendigar justicia. Yo me armo de tal manera, hago razzia con todo el mundo y después resulta que a la pobre Susana la crucificaron porque dijo que el que mata tiene que morir. Sí, que se mueran.(…) Se rompió el orto toda la vida trabajando ¿quién le da derecho a que le quiten la vida así? Estos dos indigentes, por no decir otra cosa. Porque después resulta que les decís “negro” y te dicen que discriminás. Y yo estoy casada con un hombre que tiene piel negra. (…) ¿Quién repara las cosas que hace esta gente? Basta de hablar gansadas, de vivir en el pasado y de preocuparse por las cosas que pasaron, dejémonos de joder. Están matando gente todos los días Que se preocupen por los hijos de uno, por las cosas que pasan ahora, por esto que pasó en el tren que fue aberrante y ya se olvidaron todos, nadie habla más del tren. Y así estamos, y así estamos. Y es indignante. Hasta que no le toquen el culo a uno de ellos. Porque es así. Le tienen que tocar el culo a uno de ellos para que reaccionen. (…) Mi amiga está deshecha. No tiene palabras, no sabe qué mierda hacer, no sabe de qué mierda va a vivir porque hasta de eso te ponés a pensar. Qué le voy a dar de comer a mis hijas (…) Yo digo, puta, voy a dejar de trabajar porque quiero criar a mi hija porque no me va que traje un hijo al mundo y que vaya a un maternal, porque uno está criado de otra manera, a lo antiguo, a que los hijos se los tiene que criar uno porque si no nos va como nos va porque hacemos todo al revés, uno vive en esta vorágine, en este mundo de mierda, en este país de mierda en el que tenés que romperte el orto. Yo tuve que romperme el culo para comprarme un terreno en la loma del ojete, porque no me queda otra, no puedo vivir cerca del trabajo. Es todo tan indignante. Y todo queda impune y nadie hace una mierda.
Bien.
Luego, por otra parte tenemos imágenes que me parecen llamativas. Por ejemplo, la de los familiares de la tragedia de Once, a quienes la Presidenta llamó para reunirse con ellos, pero que decidieron decirle que por el momento no, gracias.
Y sumado a esto, a este microclima que, en nuestro caso, se magnifica porque vivimos ahí, en esos territorios del Señor donde la densidad del voto oficialista es menor -no tanto como en los polígonos donde se han quitado los subsidios, claro, pero bastante (buscate en el mapa)-, tenemos lo que ocurre por el lado del establishment.
Ese establishment que, según parece, ha ganado la interna del diario La Nación contra algún sector que aún resistía al famoso #findelperiodismo. Un establishment que se ve sin referencias políticas y con cuatro años por delante del actual gobierno. Uno que, como venimos describiendo, se había ilusionado el día que Cristina anunció ante la UIA en octubre pasado el inicio de la “sintonía fina”. Pero que no la entendió bien. Que ahí se alegró, claro. Pero que luego no se esperaba los controles cambiarios, los controles comerciales, la tensión con YPF y la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central.
Aburro una vez más. Decíamos, en noviembre pasado:
 (…) a la dirigencia política, más allá de los límites entre oficialismo y oposición, se le presenta un posible obstáculo adicional: sostener la centralidad y la primacía de la política y de sus instituciones para resolver los problemas del país.  Si algunos sectores del poder económico que buscan instalar su propia agenda en la Argentina dejan de apoyar las vías de canalización de demandas que pueda mostrarle el sistema político, se corre el riesgo de que se plantee en los hechos que “la cosa se juega en otro lado”. No hace falta echar mano a teorías conspirativas no demasiado fructíferas para darse cuenta de que si “la política” pasa a desarrollarse más en la City porteña que en el Congreso de la Nación, se concretará un retroceso.
Les soy muy sincero, de estos temas pienso en estos días. Y me vuelvo a hacer preguntas acerca de qué pasará cuando termine todo esto que damos en llamar kirchnerismo, por errores propios o virtudes ajenas. Me vuelvo a preguntar si habrá “gente enojada” -de la bien intencionada y de la no tanto- que nos va a querer fumigar, como si fuéramos alguna plaga muy fea, muy sucia, muy mala. Y si, quizás, nos arrepintamos entonces de no haber bancado todavía más todo esto.
Son apenas preguntas. Dudas. No sé qué les parece.
 

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