domingo, 29 de abril de 2012

faltando a la verdad

29.04.2012 | El rol de los medios de comunicación

Los garantes de la libertad de expresión que faltan a la verdad

Reportes del semanario Perfil, basados en un inexistente ‘informe secreto’ del gobierno de Irán, tensaron innecesariamente la política exterior de nuestro país hacia Irán e Israel. Sería de una gran nobleza que en la Argentina se empiece a actuar como lo hacen muchos diarios y revistas prestigiosos del mundo cuando una ‘primicia’ que largan resulta falsa: la corrigen y piden perdón a sus lectores.




Lamentablemente, estamos sumidos en un mundo cada vez más tecnológico e informático. Si bien en muchos aspectos es una gran ventaja, conlleva a su vez grandes riesgos para las políticas de Estado, que deben ser discutidas y desarrolladas con objetivos claros y concisos a largo plazo. Negar que los medios de comunicación juegan un papel preponderante a la hora de informar a los pueblos, sería mentirnos a nosotros mismos. Sin embargo, con las nuevas tecnologías al alcance de la mano, el mismo periodismo está en plena transformación: hoy en día con un teléfono celular (que tenga capacidad de enviar fotos) y una cuenta de Twitter activa, prácticamente casi cualquier persona puede poner sobre el tapete la noticia más importante. Para ser más concreto y directo, fue ni más ni menos lo que terminó sucediendo con el asesinato a manos norteamericanas del terrorista más buscado del mundo a finales del año pasado, Osama bin Laden: un consultor de tecnología de la información pakistaní publicó en su microblog el operativo militar por Twitter, varias horas antes de que fuese anunciada oficialmente por el propio Barack Obama.
Sin alejarnos demasiado en el tiempo, los países y sus gobernantes de turno tenían tiempo suficiente para analizar a fondo –o al menos intentarlo– sus políticas tanto internas como externas. Lo que tal vez llevaba meses de discusiones, hoy en día, mediante la tecnología, lleva unos pocos minutos. 
En relación con lo que sucede en la economía, hay una vieja frase que bien podría adaptarse: “Tokio estornuda y Nueva York se resfría.”
Hace apenas poco más de 20 años, asistíamos al primer conflicto bélico televisado de la historia: la primera Guerra del Golfo, con los países aliados como vencedores y Saddam Hussein teniéndose que retirar de Kuwait. Desconocer que la CNN jugó un rol fundamental en la toma de decisiones, y en la influencia que tuvo sobre la opinión pública mundial, sería engañarnos a nosotros mismos y no poder ver con claridad hacia dónde se dirige el mundo.
A lo largo de la historia de la humanidad, lamentablemente, siempre existieron las guerras, los odios y el terrorismo. Y empresas y Estados que lucran a costa de la vida humana.
En lo que no hay aún plena identidad de opinión es en relación con los límites de esa lucha, y a los parámetros que deben regirla.Quizás una de las mayores complicaciones es la asimetría básica que caracteriza esta lucha, no sólo por sus aspectos tácticos y las armas involucradas de uno y otro lado, sino más que nada por el hecho de que los terroristas, a diferencia de los Estados democráticos, no se sienten limitados por nada, no se ajustan a reglas de ningún tipo y rechazan el marco del Derecho internacional.
Nadie pone en duda esa afirmación: el terrorismo no repara en limitaciones morales, sino que las transgrede al elegir en forma intencional a civiles inocentes como sus víctimas preferidas. Pero este hecho no puede absolver a los Estados, que legítimamente combaten el terrorismo, de la necesidad de atenerse también ellos a ciertas normas y límites.
Es más, por lo justo de su lucha contra el terrorismo debe procurar librarla de acuerdo a una ética estricta. Claro, no hay que olvidar que esto no es un cuento de hadas y que la realidad en Oriente Medio ni se le acerca. Es mucho más difícil combatir el terrorismo con limitaciones éticas, pero tenemos que hacerlo, siempre, para poder mirarnos al espejo.
Hay varias salvedades para hacer a este marco general. Ante todo, la aclaración de que inclusive un escrupuloso cuidado de la ética y la moral en la lucha antiterrorista no logrará evitar totalmente víctimas civiles, inocentes. A ello se agrega la distinción entre una guerra justa y la pregunta de si acaso los medios que se aplican en la misma son igualmente justos y justificados.
Uno de los grandes problemas que ha tenido que enfrentar Israel, y el mundo, fue el hecho de que en los ataques suicidas –que aunque eran hasta finales de 2003 el 0,5% del total de los atentados, provocaron más del 90% de las víctimas– los responsables eran civiles hasta que apretaron el botón que detonaba los explosivos. Además, no hay un frente ordenado y, en realidad, la retaguardia civil toda se ha convertido en el frente más peligroso. 
La prioridad del Estado es proteger a sus ciudadanos, y si no se combate el terrorismo para evitar los daños colaterales –como en casos de “asesinatos selectivos”–, se estará faltando a la obligación del Estado ante su propia población.
Casi un año después de que Brasil y la Argentina se sumasen a los más de 100 países que reconocen internacionalmente al Estado palestino, informaciones de medios argentinos tensaron innecesariamente la política exterior de nuestro país hacia Irán e Israel.
Se trató de reportes del semanario argentino Perfil, basados en un “informe secreto” del gobierno de Irán, al que habría accedido la publicación “porque ha comenzado a ser analizado en las cancillerías de varios países”.
Según Perfil, los gobiernos de Cristina Kirchner y Mahmud Ahmadineyad negociaban –con mediación siria y a cambio de incrementar el comercio bilateral– suspender la investigación sobre los atentados de 1992 y 1994 contra la Embajada de Israel y la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas (AMIA), en Buenos Aires. 
 
¿NEGOCIACIÓN BAJO CUERDA? La noticia no evitó que el canciller argentino Héctor Timerman realizara en aquel entonces su primer viaje a Israel como funcionario. Un viaje que resultó tenso, pero exitoso. Mientras, representantes de la comunidad judía argentina, la mayor de Latinoamérica, se mostraron incrédulos. “Se usó la muerte de 100 personas para boicotear el viaje a Israel”, citó la agencia judía de noticias, AJN, a Sergio Burstein, miembro de la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado de la AMIA.
En los atentados, atribuidos por Israel y la Argentina al movimiento Hezbolá y a miembros del gobierno de Irán, perecieron unas 114 personas y más de 500 resultaron heridas. Así que “nada la justificaría si, como pensamos, la información es falsa”, consideró también el presidente de la AMIA, Guillermo Borger.
“No puedo confiar en este documento interno de Irán y es increíble que Perfil lo publique”, dijo igualmente a la agencia AJN el fiscal del caso de la AMIA, Alberto Nisman.
“El supuesto documento, además, no ha sido publicado sino referido por Perfil”, señala el periodista y sociólogo argentino Pedro Brieger, titular de la Cátedra de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires. “Si esa documentación existe, la tendrán que mostrar, o tendrán que llevarla a las autoridades competentes y estas tendrán que actuar”, dijo a Deutsche Welle.
Desde ya que dicho documento jamás se publicó, y su existencia fue mera especulación del CEO de Editorial Perfil con el fin de “obtener” una primicia.
 
ACUSACIONES CRUZADAS. En 2006, la Argentina, vía Interpol, dio la orden de captura de ocho supuestos implicados entre Hezbolá y el gobierno iraní (incluido el actual ministro de Defensa, Vahidi). Otras versiones culpan a Siria. Las teorías conspirativas de quienes apoyan la gestión del gobierno argentino apuntan a una campaña mediática de quienes la desaprueban. Entretanto, el propio Perfil dio una discreta marcha atrás con una nota de su ombudsman.
Asimismo, el diario Clarín, nada complaciente con la gestión kirchnerista, calificó de “versión temeraria” la supuesta revelación de Perfil.
Según Brieger, “la mayoría de las investigaciones independientes” realizadas por periodistas habrían demostrado que “no hay ninguna prueba concreta” que responsabilice a los iraníes. Sin embargo, el fiscal Nisman aseguró a AJN que ningún acuerdo le impediría ofrecer más evidencias contra Irán.
Dada la inmensa cantidad de noticias que sacuden a la ciudadanía a lo largo de los 365 días del año, una noticia es casi inmediatamente tapada por otra, y así sucesivamente hasta que estas quedan en el olvido. Todo ello sin importarles a quienes firman las notas cuántas vidas ponen en riesgo o cuántas relaciones comerciales se pueden ver dañadas. 
La historia del Estado de Israel, del pueblo judío, está marcada casi desde los comienzos con persecuciones y muertes. Lamentablente, estas seguramente seguirán ocurriendo, pero nosotros como argentinos debemos apoyar siempre el esfuerzo por la paz.
 
IRÁN EN LA ARGENTINA Y AMÉRICA LATINA. Para el politólogo y asesor parlamentario del Bundestag alemán, Oz Aruch, la política latinoamericana hacia el Cercano Oriente es diversa. Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba “mantienen estrechas relaciones con Irán y critican a Israel”. Chile, Colombia o México “se alinean con EE UU, apoyan a Israel y toman distancia de Irán”. Mientras la Argentina, como Brasil, mantiene una postura “pragmática” con ambos países, con prioridad para sus intereses económicos.
Si bien, como señala Aruch, la Argentina participa activamente del crecimiento de más del 200% del comercio de la región con Irán en los últimos tres años, al mismo tiempo, las autoridades israelitas agradecieron a Timerman las gestiones de la Argentina para aprobar el Tratado de Libre Comercio de Mercosur con Israel.
Además, la Argentina –como Brasil– apoya las sanciones de la ONU contra el programa nuclear y el récord de Derechos Humanos de Teherán. 
El gobierno de Néstor Kirchner lanzó en 2006 una orden internacional de captura contra funcionarios iraníes por los atentados en Buenos Aires y su sucesora, Cristina Kirchner, ha reclamado por ello a Irán en la ONU.
Fuera de las relaciones comerciales, “Irán no tiene mucha influencia en América Latina”, insiste el sociólogo argentino Pedro Brieger, pues “hay un mundo idiomático y cultural que las separa”.
 
ATAQUE, SÍ; DEFENSA, NO. Pero la situación de la Editorial Perfil, en relación con el Estado de Israel, fue aun más grave el día 16 de mayo, cuando el portal Perfil.com publicó una extensa nota que intentó dar cobertura a los sucesos acaecidos durante el domingo 15, cuando miles de palestinos marcharon violentamente y se manifestaron desde todas las fronteras de Israel.
Por la forma en la cual fue redactada la nota, se desprende que fue realizada por los periodistas mismos de Perfil, puesto que fue publicado en la página principal y no se declaró la autoría ni se acreditó a alguna agencia de noticias. El primer artículo afirmaba que se trató de un “Ataque israelí que deja 21 muertos”, tal y como sugiere el título, que omite un hecho fundamental: el suceso descrito en el título ocurrió en reacción a la invasión masiva y violenta en todas las fronteras de Israel. Todo país tiene derecho a defender sus fronteras y a proteger a sus ciudadanos. Parece que el Derecho internacional, la política mundial y la libertad de expresión son palabras que la Editorial Perfil no tiene en su forma de hacer “periodismo”.
Bajo ningún concepto, el acto de defender las fronteras reconocidas internacionalmente y aprobadas por la ONU puede considerarse, tal como señala el título, un “ataque israelí”.
La fuente principal citada en la primera versión del artículo es el Ejército libanés. El lado israelí aparece escondido debajo de los extensos párrafos iniciales. En la segunda versión del artículo, simplemente se borró por completo la perspectiva israelí. Algunas de las citas que lo demuestran:
“(…) diez personas murieron por disparos israelíes en la frontera libanesa cuando refugiados palestinos manifestaban en la localidad de Marunar-Ras, a un kilómetro de Israel”, según el Ejército libanés.
“(…) Los uniformados reaccionaron disparando contra los manifestantes”, según los servicios de seguridad libaneses.
Es evidente la intencionalidad de citar fuentes pro palestinas, contabilizando muertos, y la del gobierno israelí en actitud lógica de batalla.
¿Es entonces lo antes mencionado dar un marco de veracidad a la noticia? ¿Acaso no es legítimo que cualquier país soberano defienda sus fronteras? ¿Israel es una excepción?
Destaquemos otro párrafo del artículo:
“En algunos puntos lograron ingresar      decenas de personas, y en la mayoría de los puntos fronterizos donde se registraron manifestaciones hubo enfrentamientos con guardias israelíes.”
Este fue un evidente intento de violar las fronteras de un Estado.
¿Cómo es posible que se critique al ejército cuando lo que está haciendo es defender su territorio?
En la segunda versión del artículo, el sesgo y la demonización se realizan de forma descarada. La misma nota publicada en otra página del mismo medio de Perfil, llamada Orbe, supuestamente, resume la versión anterior. Sin embargo:
- Literalmente cortaron, borraron, omitieron y eliminaron toda referencia a la perspectiva de Israel que se presentaba en el artículo original.
- El titular, al no utilizar comillas, asevera que el nacimiento de Israel fue, en efecto, “La Catástrofe” (título: “Incidentes en Israel en recuerdo de La Catástrofe”).
 
DESMENTIDA. “Esto no fue extraoficial, esa fue una información falsa, fue una operación que se hizo en contra de mi viaje a Israel”, señaló desde Ucrania el canciller Héctor Timerman en respuesta a la investigación que el semanario Perfil publicó el 26 de marzo de 2011, firmada por el periodista Pepe Eliaschev. “Fue el oportunismo de un pseudoperiodista que no vaciló en decir cualquier cosa con tal de ofenderme a mí”, se quejó Timerman de la nota donde se aseguró que el gobierno estaría dispuesto a cerrar, previo pacto secreto con Irán, las investigaciones por los dos atentados contra blancos judíos en la Argentina: la Embajada de Israel y la AMIA.
“Que el hijo de Jacobo Timerman me describa como ‘pseudoperiodista’ es una patética exhibición de escualidez moral. Mi padre no me puso a dirigir un diario al servicio de la dictadura cuando tenía 23 años. Ejerzo, sí, la profesión ininterrumpidamente desde 1964 y no heredé nada que no sea producto de mi propio trabajo”, replicó Eliaschev.
“Es una noticia falsa. La comunidad judía argentina, el pueblo argentino y especialmente las víctimas del atentado a la AMIA saben que llevo el caso conmigo, donde vaya”, señaló Timerman.
Según el ministro de Relaciones Exteriores, “equiparo el caso con lo más duro que me ha tocado enfrentar como canciller y por alguien que planta una noticia sin pruebas, sin nada, diciendo que hay un documento que circula –que él no tiene, que él no vio, no leyó– pero que circula a esta altura del partido y, siendo periodistas grandes, que lo dejen para situaciones de noviazgo de telenovela”, expresó.
La noticia sobre el pacto entre la Argentina e Irán fue extraída de un documento entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Mahmud Ahmadineyad, en donde asegura que nuestro país “ya no está más interesado en resolver aquellos dos atentados, pero que en cambio prefiere mejorar sus relaciones económicas con Irán”.
Eliaschev agregó en su respuesta a Timerman: “Él es un pseudocanciller, al que sólo un gobierno como el actual podría haber remunerado con sus cargos en Nueva York, Washington y ahora la Cancillería.” 
Sobre los estándares morales de los editores, no voy a opinar. Sobre el rol de los comunicadores sociales –en mi humilde opinión– sería de una gran nobleza que en la Argentina se empiece a actuar como lo hacen muchos diarios y revistas prestiogiosos del mundo cuando una “primicia” que largan resulta falsa: la corrigen y piden perdón a sus lectores. En este caso puntual, no queda duda alguna de la falsedad de las acusaciones de Eliaschev. La forma de cubrir los hechos –o mejor dicho “encubrir” la realidad– puede llegar a poner en riesgo a la opinión pública. 
A simple modo de ejemplo, el diario The New York Times ha admitido que publicó una carta falsa en la que el alcalde de París, Bertrand Delanoë, supuestamente criticaba la intención de Caroline Kennedy –hija del asesinado presidente John F. Kennedy– de tratar de convertirse en senadora de los Estados Unidos. El prestigioso diario asegura que no hizo suficientes comprobaciones para determinar la autenticidad de un escrito en el que presuntamente el alcalde parisino decía que las intenciones de la estadounidense eran “sorprendentes y poco democráticas, cuanto menos”. 
“Esta carta era falsa. No tendría que haberse publicado”, reconoció el diario en su Web, en la que explicó que el documento llegó por correo electrónico y que no se comprobó convenientemente su autenticidad, por lo que se ha acordado también revisar los procedimientos internos para evitar que algo así se repita. 
Con la editorial en concurso preventivo y las rotativas sin repuestos y embargadas, me pregunto si la intencionalidad final de Perfil no será otra. Muchos de sus periodistas, que supieron hacer de Perfil un semanario serio en la década de los ’90, huyen despavoridos en busca de nuevos horizontes. Con gran cantidad de tapas falsas de la revista Noticias quedó demostrado que la capacidad investigativa del semanario anda en la cuerda floja: cada vez con menos lectores –información fehaciente dejó de tener hace rato– y mucho menos dignidad, ya que el hecho de reconocer nuestros propios errores nos vuelve más grandes. Tal cual lo ha hecho The New York Times en el pasado.
Ojalá que quienes se consideran a sí mismos garantes de la libertad de expresión se den cuenta de que la libertad de expresión no es ser ni oficialista ni opositor, sino informar con la verdad. Como todos nos podemos equivocar, ya que errar es humano, nuestra grandeza se muestra cuando pedimos disculpas públicas, sin la necesidad de una orden judicial.  <
 
 

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