domingo, 27 de mayo de 2012

aprobados por el inti
Los eco-ladrillos que surgieron de las cenizas no resultan corrosivos

 Por R.P.

Desde Bariloche
 Esa tarde del 4 de junio, una nube negra fue cubriendo el cielo de Bariloche y de pronto una espesa arena volcánica comenzó a llover sobre la ciudad de los lagos. Un año después de la erupción del volcán chileno Cordón Caulle -Puyehue la inmensa cantidad de arena volcánica acumulada en reservóreos naturales parece encontró un destino impensado.

En el marco del Programa de Emergencia Volcánica (Proevo), coordinado por la Universidad Nacional de Río Negro, dos arquitectos lograron diseñar bloques con arena volcánica resistentes para la construcción que ya cuentan con el aval positivo tras los ensayos de resistencia realizados por el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial).

“Siempre estuvimos interesados en la construcción natural; cuando cayó ceniza volcánica sobre Bariloche, lo primero que pensamos fue en la posibilidad de encontrarle el costado útil, solidario”, explica Marianela Romero Hamsa, arquitecta de 34 años.

Los arquitectos diseñaron muestras de bloques utilizando arena volcánica, cemento y cal. Sin embargo, la primera dificultad con que se encontraron fue que no existía en la región una máquina de hipercompresión para fabricar “ladrillos de suelo”. De manera que debieron enviar unos 500 kilos de arena volcánica, recolectados de bolsones en las distintas esquinas de Bariloche, a una empresa del norte del país. “Estas máquinas trituran el material, lo mezclan y lo compactan. Producen alrededor de 3800 bloques diarios que servirían para construir una vivienda de 45 metros cuadrados por día”, señala Romero Hamsa. Las primeras muestras consisten en 64 bloques, de 30 centímetros de largo, 20 de ancho y 15 de alto. Los más livianos pesan 5 kilos y tienen propiedades aislantes -por el aire que contienen-; otros son de propiedades más estructurales, de unos 8 kilos.

“Son bloques ecológicos porque no tienen cocción que es lo que contamina el medio ambiente. Si bien salimos de la arquitectura tradicional, no por eso es una arquitectura improvisada ya que hay reconocimiento y certificaciones”, advierte Alvaro del Villar.
El hecho de que los primeros ensayos de resistencia resultaran positivos para el INTI erradicó algunos mitos urbanos en torno a la ceniza volcánica: “Que era corrosiva y como tal no servía para la construcción”; o que “no era aislante térmico”, condición fundamental para cualquier vivienda más aún en la fría ciudad patagónica.

“¿Beneficios? Muchos”. Del Villar es terminante. “Estos bloques se arman por encastre, algo más sencillo. Son mejores aislantes térmicos; de hecho, la arquitectura bioclimática apunta a que no haya gastos energéticos de más en calefacción, por ejemplo.

Estos bloques cuestan la mitad que los tradicionales”, sostiene.
Los científicos no dudan. Estos bloques servirían para personas en situación de emergencia habitacional, a través de la autoconstrucción. Por eso, impulsan la adquisición de una máquina de hipercompresión para Río Negro. “Mandar la ceniza para producir bloques a otra ciudad sería sumamento costoso. Y con esta máquina en la región, podríamos concretar el sueño de brindar una casa por día. El objetivo sería instalar fábricas in situ; no sólo en Bariloche sino en la Línea Sur Rionegrina”, concluye Romero Hamsa.

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