domingo, 30 de septiembre de 2012

columnista del diario la capital

La fábula del escorpión

Cristina Fernández de Kirchner trastabilló en su gira por Estados Unidos, pero el futuro del kirchnerismo no se define en las universidades de Georgetown ni Harvard sino en los comicios legislativos de 2013.


     
Por Mauricio Maronna / La Capital - mmaronna@lacapital.com.ar
Cristina Fernández de Kirchner trastabilló en su gira por Estados Unidos, pero el futuro del kirchnerismo no se define en las universidades de Georgetown ni Harvard sino en los comicios legislativos de 2013.
El paso por las altas casas de estudio norteamericanas hubiera constituido un escenario ideal para que la notable capacidad verbal y dialéctica de la presidenta de la Nación saldara las cuentas pendientes con una buena parte de la sociedad que se queja de su estilo, de sus políticas. Y de todo lo demás también. Sin embargo, Cristina demostró que —aun frente a un auditorio académico y con un grupo de chicos oficiando de periodistas por un día— la fábula del escorpión y la rana (que se le atribuye a Esopo) le cae de perillas.
Fiel a su naturaleza, la mandataria no se limitó a cumplir el rol clásico de los gobernantes o primeras figuras del establishment mundial que pasan por las universidades como conferencistas o invitados especiales. Además de responder, chicaneó, clavó estiletes verbales y no se preocupó demasiado en dejar de lado su perfil altanero, ese que le reprochan desde ciertos vectores.
Preguntas y monólogo. Resulta extraño que, tratándose de una mujer probadamente eficiente para el ida y vuelta intelectual —así lo demostró en sus años de legisladora en centenares de entrevistas— la presidenta haya flaqueado a la hora de las respuestas. Lució desacomodada, como demasiado atada a los monólogos recurrentes cada vez que hay un anuncio en algún territorio de la Argentina.
La extrañeza tuvo su propio arándano del postre con la despectiva mención a la Universidad de La Matanza, cuando escuchó un pequeño coro de silbidos. La Matanza es el enclave peronista por naturaleza, y el distrito que le permitió en altísimo grado a Néstor Kirchner llegar al ballottage. Dicho de manera gráfica: la población matancera se equipara en cantidad a la de diez provincias argentinas y es el bastión electoral de los Kirchner. En las últimas elecciones, Cristina le ganó al segundo por 400 mil votos de diferencia. Podría decir: los comicios se ganan en La Matanza y no en las universidades americanas.
Esa suma de episodios coloridos que se registraron en Georgetown y Harvard hizo olvidar a muchos que, por primera vez, Cristina se refirió a la posibilidad de reforma constitucional y re-reelección. Que no haya rechazado la posibilidad de ir por otro mandato más allá de 2015 es un dato duro, políticamente significativo. Hizo mención explícita a lo que sucedió con la modificación de la Carta Magna durante el menemismo y resaltó allí que se logró ir hacia una Convención Constituyente por el acuerdo de dos partidos políticos: el justicialismo y el radicalismo.
Los dichos de Cristina fortalecen la importancia de los comicios legislativos de 2013. Carlos Menem pudo avanzar hacia el Pacto de Olivos tras una victoria en las elecciones de mitad de mandato de 1993 que condicionó a los radicales. Frente a la mayoría de votos menemistas y al temor de una nueva derrota en un plebiscito los radicales le tendieron la mano al proyecto reeleccionista del riojano.
Sin decirlo con estas palabras, Cristina dejó la idea flotando en el salón de Harvard aunque casi nadie, hasta ahora, acertó en la interpretación: un triunfo contundente de los candidatos oficialistas en 2013 podría hacer ceder el rechazo a la reforma constitucional en algún partido de la oposición.
En paralelo. Hace algún tiempo, el objeto del deseo para avanzar en algún proyecto de transversalidad que culminara en la reforma fue el socialismo. Hoy, el partido liderado por Hermes Binner es mirado con recelo en algunos sectores por haber avalado todos los proyectos clave del kirchnerismo: ley de medios, AFJP, Aerolíneas e YPF. Sin embargo, Binner parece decidido a despejar cualquier ambivalencia y, por estas horas, continúa con el FAP en la calle buscando firmas contra la re-reelección.
La clave para dilucidar el futuro político de Cristina y del kirchnerismo estará en las legislativas del 2013 y en la actitud que adopte el peronismo que, sin ser kirchnerista, no se aparta del redil de Balcarce 50. Hoy, no son pocos los referentes que empiezan a mostrar preocupación por su futuro personal, atentos a la situación de incertidumbre que se vive. Pese a eso, y haciendo saludo uno, saludo dos a la sempiterna vocación pragmática del PJ, nadie saca los pies del plato.
Cobra significado político intenso la realidad del peronismo bonaerense, ámbito en el que los intendentes juegan sus reelecciones y proyectan el futuro inmediato. Salvo el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, el resto evita cualquier crítica pública a la presidenta. Saben que hasta que no se huela a cala el manual del buen peronista es acompañar y, ahora, aplaudir.
Tropezones y caídas. Así como el destino de la presidenta no se resuelve ni en Harvard ni en Georgetown, la oposición debería tomar debida nota de que el kirchnerismo logró sortear todas y cada una de sus caídas, siempre recuperándose con la táctica de redoblar las apuestas. El nuevo mojón tiene fecha y nombre: 7-D. En efecto, el 7 de diciembre está previsto como la jornada en que el oficialismo logrará quebrar a su enemigo declarado: el Grupo Clarín. Esa pelea, y su desenlace, consume por estas horas la adrenalina de la presidenta y de su entorno. Quieren que se transforme en lo que fue el traspaso de las AFJP tras la la debacle por la crisis del campo: un volver a nacer.
Tras casi 10 años en el poder el kirchnerismo ha mostrado su juego, se conocen sus cartas, se puede adivinar cuáles serán sus pasos. Pese a esa declaración de principios, la oposición nunca ha encontrado el lugar exacto desde dónde pararse para convertirse en alternativa de poder. Todas las encuestas muestran hoy una caída en la imagen presidencial —incluso en Santa Fe—, pero ese disvalor también se observa en la falta de consenso cuando se pregunta sobre la realidad antikirchnerista a la hora de plantarse como recambio.
El kirchnerismo es lo que se ve; la oposición es un naipe a descubrir.

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