viernes, 31 de mayo de 2013

homenaje

La historia de Ignacio Ezcurra, el periodista argentino que mataron en Vietnam

Hace 45 años Ignacio Ezcurra, enviado de La Nación, era asesinado en la guerra. Una historia silenciada. INFOnews dialogó con la autora del libro que cuenta su vida.

Ignacio Ezcurra decidió viajar a Vietnam para cubrir “la historia más grande y más triste del momento”, según sus propias palabras allá por 1968. Quería contar la guerra ahí mismo donde estaba ocurriendo, porque se negaba a aceptar la versión oficial sin contrastarla con sus propios ojos. Buscaba responder una serie de preguntas, entre ellas, quiénes estaban ganando realmente y por qué no habían sido derrotados los comunistas por un enemigo tan poderoso como Estados Unidos.


Este mes se cumplieron 45 años desde aquel 22 de mayo en el que el diario La Nación publicaba la muerte de su cronista, una persona hoy desconocida incluso entre los profesionales del periodismo pero cuya historia rescató Laura Giussani en su libro Cazadores de luces y de sombras, editado por Edhasa. La autora retrata a Ezcurra como un romántico del periodismo que creía profundamente que podía dar testimonio de la historia sin una mirada parcial, un atrevido, alguien que necesitaba estar en el "lugar del hecho", un verdadero cronista en formación a sus 28 años.
La intención de Ignacio era cruzar la frontera, buscar otra mirada, no contentarse con la versión americana. Desde chico había tenido vocación de aventurero: a los 17 años partió para un viaje como mochilero por Latinoamérica y llegó Estados Unidos tras varios años, donde estudió la profesión en épocas del Nuevo Periodismo. En ese país, cubrió la revuelta social tras el estallido de la rebelión negra y entrevistó a su líder Rap Brown y a Martin Luther King.

Llama la atención la incomodidad del diario La Nación y la falta de investigación de su parte.

INFOnews: ¿Qué te llamó la atención en la historia de Ignacio Ezcurra para decidir investigar su vida de una forma tan minuciosa?Laura Giussani: No tenía presente su historia y eso ya era algo raro siendo hija de periodistas. Me reencontré con su historia a partir de la biografía de Enrique Walker, quien fue a Vietnam tras los rastros de Ezcurra para la revista Gente y luego fue secuestrado por los militares en 1976. Me pareció injusto el silencio que había en torno al "caso Ezcurra", primer desaparecido argentino en cumplimiento de su oficio. La izquierda no lo reivindicaba porque era de La Nación. Y la Nación tampoco porque su muerte les resultó incómoda por diversos motivos.
IN: ¿Cuál fue la reacción en el país durante su desaparición y su muerte? ¿Por qué hablás de una incomodidad en La Nación?LG: Para el diario el episodio no fue solo dramático sino incómodo. En realidad Ezcurra viajó por sus propios medios. Fue él quien tuvo la iniciativa de ir a cubrir la guerra. Lo propuso en el diario, no estaban muy convencidos, él gestionó la visa y los contactos, hasta que finalmente los convenció, aceptaron de mala gana, no entendían por qué debía ir alguien si allí estaba Associated Press que era una agencia amiga. Se supone que al enviar un corresponsal a un trabajo de riesgo tienen que contratar un seguro de vida. Era lo único que La Nación debía aportar, además del viaje. No lo hizo. Esto generó mucha molestia en el diario. Luego se ocuparon de difundir la idea de que Ignacio era un "aventurero", pero según lo que pude ver no lo era, se preparó seriamente, estudió, y no parecía un "loquito". No más loco de cualquier periodista que cree que tiene que ir en busca de una noticia, sobre todo de aquella que nadie quiere contar. Fue raro que los únicos medios que enviaron a alguien para averiguar qué pasó con él fueron Gente y Canal 13. La Nación no estimó pertinente mandar a nadie a buscarlo o a pedir explicaciones.
IN: ¿Quedó claro qué grupo fue el autor del asesinato? Su madre Delfina Caprile de Ezcurra dijo en una entrevista que "a Ignacio lo mató la CIA" ¿hay sustento en esos dichos?

El libro de Laura Giussani.

El libro de Laura Giussani.


LG: La versión "oficial" fue que lo mataron los Vietcong, es decir, los comunistas. Lo cierto es que nunca se supo. La madre estaba convencida de que había sido la CIA, incluso menciona a una persona que fue a verla y se lo confirmó, pero nunca pude obtener datos precisos para confirmar la versión. De cualquier modo, resulta curioso que La Nación no se haya movido para recuperar al menos su cuerpo. La familia quedó tan dolida que prefirió tomarlo como un muerto de la guerra. No encontraban sentido en establecer quién había sido. En lo personal creo que Ignacio llegó a Vietnam en una semana trágica. Era el momento en que en Estados Unidos empezaron a culpar a la prensa por estar perdiendo la guerra. Las manifestaciones en Washington eran multitudinarias en contra de la guerra. Ezcurra desapareció cuando fue a buscar datos sobre cuatro periodistas asesinados supuestamente por los comunistas. Era raro. Nunca antes los vietcong habían atacado a la prensa internacional, de hecho necesitaban de ellos para buscar solidaridad. Racionalmente no tiene lógica. Es cierto que en una guerra la lógica es bastante precaria. Pero también llama la atención la incomodidad de La Nación y la falta de investigación de su parte. La noche en que murió Ezcurra tenía una cita con un jerarca de los Estados Unidos. Nunca llegó a esa cena. Quién puede saber lo que pasó ese día si nadie tuvo la intención de investigarlo. "Si ésto le hubiese ocurrido a otro, Ignacio hubiera tratado de averiguar qué pasó", me dijo su madre acongojada. Difícil no pensar las similitudes que puede tener esta historia con la narrada por Graham Green en "El americano impasible". Uno de los protagonistas finalmente muere al asistir a una cita que era una trampa. Lo cierto es que después de Vietnam, nunca más la prensa tuvo acceso libre al campo de batalla.
En definitiva, no hay sustento para avalar ninguna de las dos teorías porque nadie quiso saberlo. Incluso hace pocos años la embajada de Vietnam fue a ver a su madre para decirle que estaban dispuestos a averiguar qué había pasado con él, estaban trabajando con el Equipo de Antropología Forense de Argentina. El cadáver de Ezcurra era bastante fácil de reconocer por su físico alto y occidental. En caso de encontrarlo le ofrecían repatriarlo para que tuviese un entierro. El estado vietnamita proponía cierta reparación histórica. Para la familia era muy doloroso revolver esa historia prefirieron evitar reencontrarse con ese dolor. Nunca se sabrá exactamente qué pasó. Lo cierto es que fue un buen periodista y murió en ejercicio de su labor. Merece un reconocimiento de todos.

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